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Actualidad y futuro del populismo

Durante los últimos quince años, tras la crisis financiera mundial de 2008, se ha podido constatar una extensión del uso del concepto populismo por parte de los medios de comunicación, de los políticos, de la academia, de la ciudadanía y, en general, de todas las esferas de la sociedad. Esto indica, en cierto modo, que el populismo está de moda. Pero esta moda está siendo muy desigual, puesto que, mientras que algunos lo han demonizado, otros se han mostrado abanderados del populismo, junto con las múltiples posiciones a medio camino entre el amor y el odio.

Steve Bannon, estratega jefe de Donald Trump hasta 2017, afirmó que la actualidad se alzaba como la era del populismo, que el futuro era populista y que solo se podría decidir si sería capitalista, nacionalista y conservador o socialista y estatalizador. Sin duda, el populismo lleva años desempeñando un papel decisivo en la política mundial y goza de buena salud, pero es una exageración verlo según el prisma de Bannon. Analizar la evolución del populismo en los últimos años ayuda a comprender el motivo de su éxito, pero también los límites con los que se topa. Con los diversos estallidos sociales en respuesta a la crisis económica (como el movimiento Occupy Wall Street en Estados Unidos o el de los indignados del 15M en España), el populismo adquirió un cariz progresista y democratizador que cuestionó las políticas de austeridad y los déficits democráticos de las sociedades. Sin embargo, más de diez años después, muchas de sus demandas han caído en saco roto.

En los últimos tiempos,

los movimientos

populistas dominantes

son nativistas y apuestan

por unainterpretación

excluyente del pueblo que

defiende valores profundamente

conservadores. La actualidad del

populismo es, pues, una

actualidad del populismo de

derechas, la versión ahora mismo

dominante de este amplio movimiento.

El futuro del populismo no está escrito,

pero cabe pensar que continuará evolucionando, derivado de su propia lógica. Al polarizar y tensionar la sociedad, el populismo fuerza a un cambio cada vez más recurrente, lo que le puede causar derrotas decisivas, como en parte sucedió con Syriza en Grecia en 2015. El populismo se ha definido como una «patología» normal de las democracias que crece en tiempos de crisis. De la resolución o no de los déficits democráticos de nuestras sociedades depende el futuro de este fenómeno, que, o bien puede seguir creciendo junto con la insatisfacción ante un sistema que no evoluciona, o bien puede atenuarse junto con el impulso de sociedades democráticamente avanzadas.

 

 

 

Joan Antón-Mellón

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración UB

Bibliografia

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