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El populismo como problema
de la democracia

Distopías

y populismo en la literatura moderna

 

Las clases populares son, y han sido, un elemento esencial de las experiencias democráticas de los últimos dos siglos. Sin embargo, el fenómeno populista que atraviesa las sociedades contemporáneas no puede vincularse únicamente a las clases tradicionalmente populares, por más que esta tendencia política trate de arrastrarlas hacia sí con el objetivo de conquistar el poder.

Lo que sí parece indisociable es el fenómeno populista actual —perceptible en prácticamente todos los sistemas políticos globales— del malestar generalizado en las sociedades contemporáneas. Las desigualdades, la situación precaria de cientos de millones de personas, la crisis climática —y las oleadas migratorias que acarrea—, los conflictos bélicos o la pérdida y ausencia de derechos y libertades son todos ellos desafíos para los que las democracias representativas tradicionales (liberales o socialdemócratas) no tienen respuesta ni alternativa. De hecho, una característica fundamental de los populismos actuales es su capacidad de convertir individuos singulares en una masa ingente de votos. Lejos de los lazos políticos, comunitarios y colectivos de los proyectos políticos de antaño, el populismo logra identificar aquellos resortes que activan la emocionalidad de individuos alienados entre sí, pero que perciben en las proclamas populistas la posibilidad de retorno a un momento distinto y necesariamente mejor.

El fenómeno populista, en este sentido, se alimenta de ese descontento y malestar, prometiendo una suerte de «retorno al pasado» en el que «todo era mejor». Propuestas nacionalistas, proteccionistas, xenófobas, misóginas y discriminatorias en muchos casos que buscan un enemigo común; soluciones irreales que se alimentan del miedo que recorre a gran parte de las clases más desfavorecidas, temerosas de su porvenir ante un futuro incierto y ante un modelo social entregado irresponsablemente a las soluciones que pueda proporcionar el avance científico-tecnológico. Una utopía (o distopía, según la mirada que lo alumbre) acerca de la tecnopolítica o la tecnosociedad que ciertas obras de la literatura y el cine han reflejado con maestría.

We. Eugene Zamiatin

Los siglos XIX y XX alumbraron planteamientos políticos utópicos sobre el mundo y la sociedad que la humanidad podía construir, con propuestas radicalmente distintas a la barbarie que tanto caracteriza a nuestra especie. Sin embargo, las últimas décadas del pasado siglo —y las primeras del actual— parecen haber perdido la esperanza; la distopía es el signo de nuestro tiempo al imaginar, por ejemplo, en la literatura, un mundo por venir. Las razones de este pesimismo son variadas, y con buen fundamento: el desastre medioambiental, los peligros de la tecnología, la deriva autoritaria de muchos gobiernos o la inclemente relación del ser humano con su misma especie y con las demás. En la muestra que se presenta, el lector podrá observar que se reseñan algunos libros aparentemente alejados entre sí; la selección pretende reflejar algunos de los elementos fundamentales que explican la génesis, la importancia y las características de la experiencia populista en este periodo del siglo XXI.

 

 

Joan Ramos Toledano

Profesor de Filosofía del Derecho UB

El roig i el negre. Stendhal

Rojo y negro (Stendhal). Se trata de una obra magnífica, esencial en la literatura universal. El autor nos muestra una época cambiante a través de los ojos de un individuo. La novela permite vivir la transformación paulatina —y, a la vez, la convivencia— del antiguo mundo feudal, que va perdiendo su primacía, a la par que el surgimiento de unas nuevas estructuras que habrían de alumbrar la época moderna. Pero lo más interesante es la vivencia del protagonista como individuo, es decir, disociado de toda herencia social, de su pertenencia a un grupo. Su pavor ante la soledad, su egoísmo y, a la vez, la necesidad de integrarse en la comunidad que lo rodea. Stendhal refleja magníficamente el sujeto que, representado como individuo, no le debe nada a nadie y puede «disponer de su propia persona y de sus capacidades, fundamentalmente para enajenarlas»1. Esa pérdida de sentimiento de pertenencia vertebra gran parte de la experiencia política moderna de nuestras sociedades, obsesionadas con la libertad individual y económica como piedra de toque de la construcción social. Los populismos, como hicieran las distintas formas de fascismo en el pasado siglo, logran explotar esta ausencia para atraer hacia sí los votos necesarios para gobernar.

1 Capella, Juan Ramón, «La ciudadanía de la cacotopía: un material de trabajo», El Vuelo de Ícaro, núm. 2-3, 2001-2002, p. 7-31.

1984 (George Orwell). Orwell nos acongoja con una obra magnífica, sorprendentemente actual pese a ser publicada a mediados del siglo pasado. Conceptos como «vigilancia masiva» o «manipulación de la información» resultan de asombrosa actualidad, pues describen una realidad diaria de nuestras sociedades; no son pocas las investigaciones académicas actuales centradas en las consecuencias de la vigilancia gubernamental y los procesos de manipulación de la información, propios de líderes populistas por excelencia (tal vez el mejor ejemplo sea Donald Trump y su aparato propagandístico). Considerada pionera en la literatura distópica moderna (con permiso de Nosotros, de Zamiatin), puede leerse como una cacotopía en la que muchas de las ideas que permean los populismos actuales son llevadas hasta las últimas consecuencias: la reescritura de la historia, el conflicto permanente, la vigilancia masiva o la creación de enemigos comunes, útiles principalmente para ocultar los problemas y la capacidad de reflexión de una sociedad desnortada.

1984. George Orwell
Sociofobia. César Rendueles

Sociofobia (César Rendueles). Si bien no encaja en la estructura literaria clásica —se trata de un ensayo—, hace referencia a un tema elemental sobre el que pivota la experiencia populista actual: la tecnología. No se centra tanto en las causas del malestar generalizado en las sociedades, sino que toma como objeto la propuesta (más bien, la ausencia de esta) con la que la humanidad le hace frente: la confianza ciega en la tecnología. Lejos del ciberutopismo que permea la clase política y económica, Rendueles arroja una mirada distópica —aunque profundamente actual y palpable— respecto del papel de la tecnología y sus avances en nuestra sociedad, así como su impacto en los individuos que habitan las ciudades. El ciberutopismo, capaz de convencernos de avanzar hacia una sociedad tecnopopulista, se desgrana aquí como una gran estafa político-empresarial, en la que los riders son emprendedores autorrealizados, no existen clases sociales y el mundo, gracias a la divina tecnología, es un lugar maravilloso.

 

Sherwood (2022, dirección de Lewis Arnold y Ben A. Williams. Guión de James Graham).

Aunque se trata de una serie de televisión con tintes policíacos y de thriller, es una obra con un componente político-social fundamental, que opaca todo lo relacionado con el crimen. En realidad, este solo sirve como hilo conductor de una historia que, si bien no aborda los populismos como elemento central, es directamente relacionable con ellos. La serie muestra de manera magnífica un segmento social de lo que se podría llamar «los restos de la utopía socialista» del siglo XX: masas obreras mineras del norte de Inglaterra que, con la llegada de la oleada neoliberal de los años setenta y ochenta, perdieron no solo sus trabajos o su estabilidad y protección social, sino los lazos identitarios y comunitarios que se habían ido forjando durante décadas. El resultado, tras más de cuarenta años de política neoliberal desembridada, es una masa de ciudadanos —individuos— inane, desvinculada de cualquier proyecto comunitario y colectivo, con más miedos que perspectivas de futuro, temerosa del mundo que vive y que proyecta de cara al futuro. Es precisamente esa ciudadanía, despolitizada y desestructurada socialmente, la carne de cañón del fenómeno populista actual: las promesas eternas del retorno al pasado, la confianza en una tecnología alienante y mercantilizada, el miedo al diferente o la construcción de un enemigo común… Sherwood tiene muchas aristas políticas, pero sin duda una de sus grandes virtudes es reflejar de forma magnífica no solo las consecuencias de lo que ha supuesto la transición entre el siglo pasado y el actual, sino qué tipo de sociedad resulta de este proceso.2

 

2 Como complemento, el lector interesado puede ver, en el orden que prefiera, la también magnífica Years and years (2019), en la que aparece ese líder carismático al que tan fecundo le resulta explotar los miedos y la falta de perspectivas reflejados en Sherwood.

Sherwood

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